miércoles, 4 de febrero de 2015

En busca de la avutarda común

Los que seguís el blog sabréis que mi última salida a observar aves fue a la Reserva Natural zamorana de Las Lagunas de Villafáfila. Recordaréis que estuve visitando los humedales y las lagunas artificiales de la Casa del Parque.

Si leísteis la entrada de "Las lagunas de Villafáfila" os sonará la historia de aquella avutarda que vimos en el horizonte y que perdimos en cuestión de segundos. Bueno, pues ahí no acabó la historia, la cual, como veréis a continuación, mejora por momentos.

Tras seguir con los prismáticos el vuelo de lo que fue nuestra primera avutarda, apuntamos, con mayor o menor exactitud, la dirección de huida. Con las suficientes notas al pié de página en nuestro cuaderno de campo, Pablo Fernández y yo pusimos rumbo a aquel lugar.

Es lógico pensar que cuando llegásemos la avutarda se habría marchado, y así ocurrió. Por tanto decidimos aparcar, bajarnos del coche y disfrutar de un buen bocata de embutido con el buenísimo pan de allí y una buena cuña de queso. Aprovechamos que el frío nos dio un respiro y nos apresuramos a quitarnos, al menos, los guantes y el gorro.

Una vez terminado nuestro descanso y con las pilas recargadas gracias a los entonces efímeros rayos de sol, decidimos andar unos 500 metros más, antes de marchar, solo por diversión. Así somos. Mientras caminábamos fueron apareciendo en el suelo claros indicios de que íbamos por buen camino, así que decidimos quedarnos por allí.

Senda de avutarda

Huella de avutarda

Evidentemente, como muestran las fotos, no se trataba ni más ni menos que de huellas y sendas de nuestras amigas aladas. Con la cantidad de barro que había y el peso de estas grandes aves cuyos machos pueden superar los 15 kg, era fácil encontrarnos con este tipo de señales de su paso por el lugar. No muy lejos de aquella zona y tras andar durante un par de minutos, nos topamos con más evidencias sobre su habitual presencia en el área en la que estábamos:

Semiplumas de avutarda, probablemente del dorso.

Unas semiplumas de avutarda, que probablemente pertenecieron a la parte dorsal de algún ejemplar maduro. Es una hipótesis propuesta en base dos observaciones:

  1. a la cantidad de plumón de color blanco presente, el cual mantiene la temperatura corporal, pues este tipo de plumas están muy pegadas al cuerpo, 
  2. y a que el dorso de estas aves tiene esos colores claros y oscuros en tonos pardos.

Tras seguir caminando por los embarrados caminos de los campos de cultivo que adornan el paisaje a varios kilómetros de Villafáfila, nos dispusimos a alcanzar un cambio de rasante. Y para nuestro asombro, cuando pudimos ver el horizonte, nos dimos cuenta de que varias avutardas estaban paseando ajenas a nuestra cara de sorpresa. Con sigilo y precaución nos fuimos acercando hasta una distancia prudente para poder disfrutar de estas magníficas aves. Nos quedamos aproximadamente una hora viendo pasar grupos más o menos numerosos.

Avutarda común (Otis tarda) Villafáfila
Avutarda común (Otis tarda) Villafáfila
Grupo grande de avutarda común (Otis tarda) Villafáfila
Avutarda común (Otis tarda) Villafáfila 

Aprovechamos todo el tiempo que pudimos para ver al ave voladora más pesada del mundo. Por tanto recomiendo a todo aquel que nunca haya visto una avutarda y tenga intención de hacerlo, que aproveche un momento de buen tiempo para viajar hasta las afueras de Villafáfila, en Zamora, donde si vas con intención de verlas, es difícil perderse a esta robusta habitante de las estepas naturales y las zonas agrarias.

Os dejo una última foto para que disfrutéis de un grupo de avutardas volando a contra luz.

Grupo de avutarda común (Otis tarda) Villafáfila

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