lunes, 22 de febrero de 2016

El triatlón de las aves III

Febrero se acaba, lo que significa que una vez más vamos a jugar a conocer más sobre las aves mientras jugamos al anteriormente llamado "El quién es quién de las aves". Como seguro recordaréis, el nuevo planteamiento consiste en tres retos diferentes que ponen a prueba nuestros propios conocimientos. Esta vez los hemos cambiado, para hacerlos más interactivos y que de esta forma aprendamos más curiosidades las aves. Las entradas anteriores publicadas en este blog os serán de gran ayuda. ¿Sabrás resolver nuestro enigma?


¡¡Allá vamos!!

¡Hay que proteger algunas especies!

Algunas de las especies que figuran en el Libro Rojo de las Aves (L.R.A.), nos las encontramos en nuestras salidas de campo, y algunas incluso hasta en nuestros pueblos y ciudades. En ocasiones desconocemos el grado de amenaza al que se enfrentan y no las valoramos como deberíamos. Las categorías en las que se pueden incluir las aves en el L.R.A. son:

  • CR = En peligro crítico: la especie o subespecie se enfrenta a un riesgo extremadamente alto de extinción en estado silvestre.
  • EN = En peligro: el riesgo es muy alto.
  • VU = Vulnerable: el riesgo es alto.
  • NT = Casi amenazado: su conservación empieza a ser relevante.
  • DD = Datos insuficientes para evaluar con propiedad el riesgo de extinción, aunque se da por hecho que la especie se encuentra amenazada de una forma u otra.

Cataloga las especies nº1

¿Conoces todo sobre la vida privada de las aves?

¿Crees que lo sabes todo sobre las aves? ¿Te ves capaz de resolver cualquier pregunta sobre ellas? Prueba entonces a intentar resolver este crucigrama sobre las aves. Las pistas son curiosidades, datos o pistas para que identifiques el ave enseguida. De esta forma aprendemos pequeños detalles sobre las aves mientras resolvemos este entretenido crucigrama.

Crucigrama de las aves nº1

La nueva versión del "¿Quién es quién"?

Esta actividad es muy útil para practicar nuestras salidas de campo, porque en muchas ocasiones las aves quedan parcialmente tapadas por la vegetación y otros elementos o simplemente pasan tan rápido que solo da tiempo a fijarse en una característica determinada desde la cual tendremos que identificar a la especie. Seguro que ya conoces las reglas, pero esta vez... ¡hay pistas! Pero cuidado, cuantas más uses menos puntuación obtendrás, úsalas con cabeza.

Adivina la especie nº1

¿Fácil? ¿Difícil?

Sea como sea estoy seguro de que con lo que hemos aprendido y tus conocimientos propios vas a conseguir averiguar todas y cada una de las especies que se esconden de nuestras miradas. Espero que te hayan gustado estas tres pruebas que verifican que eres todo un experto o experta en aves.

martes, 16 de febrero de 2016

Montaña y ecosistema alpino

A los más montañeros les gustará conocer la gran variedad de especies que abundan por los escenarios de sus duras travesías. En ocasiones cuando estamos en una marcha, pensando en nuestras cosas, meditando o simplemente conversando con nuestro compañero, no atendemos a lo que ocurre a nuestro alrededor. Nos encanta disfrutar de un ecosistema único una maravilla pero que está librando una batalla silenciosa, ¿quieres sumergirte con nosotros para averiguar cuál? Adelante.

Montaña y ecosistema alpino, motivo de este artículo.

¡Bienvenido de nuevo! Seguro que has sido capaz de notar en tus travesías, en las rutas que preparas por la montaña o las serranías algunos de los principales efectos de los cambios altitudinales y si no es así, atento que es sencillo. Seguro que lo primero que notamos al subir es la necesidad de ponernos algo más de abrigo, quizás unos guantes, un gorro o una bufanda. Algunos necesitamos pronto una cantimplora de agua para combatir la fatiga. 

A los 900 metros de altitud la temperatura media puede encontrarse entre 12 y 16º C, lo cual esta bastante bien para nosotros, un poco de fresco, pero soportable. Por esas alturas, más o menos encontramos todavía algunas poblaciones donde el protagonista del 2016 todavía mantiene efectivos intentando soportar estas temperaturas medias anuales. Nos referimos al gorrión común. Los recursos en los ecosistemas rurales todavía son abundantes. O bien en cultivos pequeños y barbechos o incluso de los desperdicios generados por los habitantes.

Macho de gorrión común (Passer domesticus) en un pueblo de la Sierra de Madrid.

Por encima de esta altitud y llegando hasta los 1.700 metros la temperatura baja considerablemente hasta los 8º C de media anual. El frío empieza a ser considerable y nos encontramos con los pisos de vegetación que mejor empiezan a soportar las bajas temperaturas. Robledales como este dejan los caminos llenos de color "otoño".

Robledal de melojo (Quercus pyrenaica) primeros pisos.

Algunos córvidos prefieren no ascender mucho en altitud y acuden a las pocas tierras de labor y pastizales para ganado que quedan, para sacan provecho allí de los recursos que encuentran. A especies como la corneja negra se las puede ver en estos pisos o incluso en algunos más bajos. Casi siempre en parejas o grupos pequeños generando la mayoría de las veces disputas y regañinas por pequeños pedazos de alimento.

Corneja negra (Corvus corone) una vez alcanzados los 1.700 metros de altitud.

Las partes más altas ya comienzan a estar ocupados por bosques de coníferas y pinares. Según ascendemos encontramos especies más resistentes al frío, Por lo tanto es posible encontrarse con un piso intermedio de reducidas extensiones antes del pinar, bosques de haya. Hasta aquí se puede encontrar fácilmente alimento, pues roble y haya ofrecen unos frutos accesibles a casi todas las aves. Sin embargo, el pinar genera un fruto cerrado casi herméticamente a las que solo las que posean un pico más potente podrán hincarle el diente.

Pinares de pino albar (Pinus sylvetris) en el siguiente piso bioclimático.

Entre los troncos de los pinos tres aves pelean de forma competitiva por hacerse con un manjar, una gran reserva de proteínas, las larvas de xilófagos. Estos son artrópodos que se alimentan de la madera y cuyas larvas también comparten esta peculiar dieta. La ventaja es que estas larvas son relativamente fáciles de encontrar para este trío de aves. Nos referimos al críptico agateador común, al potente y colorido pico picapinos y al agradable trepador azul. En cada tronco de cada pino de estos bosques peculiares se puede ver subir escalando de forma acrobática a uno, al otro o incluso al tercero, a cualquiera de los tres.

Agateador europeo (Certhia brachydactyla) pasando casi desapercibido.
Pico picapinos (Dendrocopos major) intentando abrir una piña.
Macho de pico picapinos (Dendrocopos major)
Además de en los bosque más altitudinales, también se encuentra en frondosas menos elevadas.
Pico picapinos (Dendrocopos major) los colores rojos, negros y blancos le dan cierta belleza.
Trepador azul (Sitta europea) tras inspeccionar el hueco de un pino.

Las grande rapaces como el buitre leonado también se puede observar cuando el bosque clarea y deja espacio para ver el cielo. Sin embargo si miramos al suelo podemos encontrarnos dos aves tremendamente comunes, el carbonero común y el mirlo común. Ambas han colonizado gran parte de los ecosistemas arbolados sino todos, incluyendo los parques y jardines urbanos. (Ver "Nuestros desconocidos vecinos alados"). Aquí intentan hacerse con lo que puedan, lombrices, otros invertebrados, frutos de majuelos y zarzas, etc.

Buitre leonado (Gyps fulvus) fácil de ver y diferenciar por su cola redondeada y sus colores pardos
Pareja de carboneros comunes (Parus major) llamativos colores para este suelo tan marrón.
Las acículas del pino no permiten que crezcan las semillas de otras plantas, por lo que son una despensa perfecta.
Pareja de mirlo común (Turdus merula) dos machos inspeccionando el terreno blando.
Aquí pueden encontrar lombrices u otros invertebrados.

Una de las cosas que más me gusta, si me lo permitís, es ver los inquietos bandos de mitos de aquí para allá y de esa rama a esa otra, meneando sus largas colas que bien podrían ser las de unos ratoncillos. Sus discretos sonidos no pasan inadvertidos para nuestras curiosas miradas. ¡Me encantan! Un rato después, cuando empiezan a aparecer las primeras paredes de roca sale otra ave de cola inquieta, el más común de los inquilinos del roquedo, el colirrojo tizón

Mito común (Aegithalos caudatus) uno de los integrantes de estos grupos tan dinámicos.
Macho de colirrojo tizón (Poenicurus ochruros) sobre las rocas graniticas.

Aparecen ya pasados los 1.700 los auténticos cazadores del pinar. ¿Quiénes se os ocurre que pueden ser? ¿Algún felino? ¿Una rapaz? Sencillamente un par de especies, el reyezuelo sencillo y el reyezuelo listado. ¿Cazadores? Pero si apenas superan los 5 gramos. Pues sí, son unos auténticos cazadores de mosquitos y arañas que son tan pequeños que casi son invisibles para nosotros. 

Reyezuelo sencillo (Regulus regulus) marcado píleo colorido.
Reyezuelo listado (Rgulus ignicapilla) su píleo también tiene estos colores.
Distinguible por la línea blanca que le recorre todo el ojo (brida).

Al alcanzar las primeras cumbres, el bosque casi desaparece, dejando a la vista el hábitat del grandioso buitre negro. Elegante plumaje y potente vuelo para una rapaz muy amenazada, entre otras a causa del indiscriminado uso de venenos que de forma ilegal y no selectiva acaba con depredadores de todo tipo y tamaño. 

Preciosa estampa del cicleo de tres buitres negros (Aegypius monachus).
Buitre negro (Aegypius monachus) sobrevolando las fresnedas, su lugar de campeo.

Por último, las zonas más montanas, de nieves casi permanentes o al menos presentes, llegan las zonas por encima de 2.100 metros de altitud donde los pocos árboles se quedan ridículos a causa del viento, la temperatura media puede ser de menos de 4º C. Aquí las piñas son el principal objetivo de unos especialistas de hacerse con las semillas de su interior, el piquituerto común. La característica forma de su pico le permite colarse de forma ventajosa en esta competente lucha por los escasos recursos que la montaña y su bosque ofrecen. De los restos que quedan tras el paso de los piquituertos y rebuscando un poco más entre las piñas y sus brácteas se puede sacar provecho, y es lo que hacen carboneros garrapinos y herrerillos capuchinos las dos eternas aves de los bosques de coníferas.

Hembra de piquituerto común (Loxia curvirostra) con su característico pico.
Todavía alimenta a uno de los últimos pollos de la nidada de este año.
Aquí el susodicho juvenil de piquituerto común (Loxia curvirostra)
Carbonero garrapinos (Periparus ater) rebuscando entre las piñas caídas.
Herrerillo capuchino (Lophophanes cristatus) aprovechando las brácteas que caen tras el paso de los piquituertos.

Por último y casi en la cumbre más alta aparece el acentor alpino, sencillo de diferenciar por su base del pico amarilla, sus motas blancas en las coberteras y los flancos del vientre de color tostado.Sin duda es el que más complicado lo tiene. Pero ahí arriba se puede encontrar algo de alimento, por el suelo donde se hace con insectos o semillas o aprovecha las miguitas de los bocatas de los montañeros, un gesto muy entrañable y que nos acerca a este pequeño y misterioso habitante misterioso. 

Acentor alpino (Prunella collaris) en una de las cumbres de la Sierra Madrileña
Silueta del acentor alpino (Prunella collaris) en ocasiones las condiciones son muy duras a más de 2.000 m
Acentor alpino (Prunella collaris) junto a la nieve y la niebla que cubre las cumbres.

Como habréis observado, los recursos escasean y las temperaturas bajan, según ascendemos.Sin embargo la naturaleza despliega sus mejores versiones de adaptación para poco a poco abrirse camino entre los pisos bioclimáticos más elevados.  Realmente hay una lucha silenciosa y no violenta por hacerse con más y más recursos, ya que los pocos que hay, en ocasiones, son además poco nutritivos. Esto es lo que los ingleses llaman "The Wild Life".


martes, 9 de febrero de 2016

Naturaleza al sureste de Madrid

   A veces no nos damos cuenta de lo cerca que vivimos de algunas especies muy escasas y poco frecuentes. Garcetas, cigüeñas migrando y otras 100 especies más viven o acuden a un humedal protegido a escasos kilómetros de Rivas Vaciamadrid. Estamos hablando del Parque Regional del Sureste un área natural protegida, como su nombre indica, a escala regional. Consiste en un complejo de lagunas  naturales y artificiales (graveras abandonadas) a lo largo del sureste madrileño, alternado con bosque de galería y unos estupendos roquedos donde se puede ver búho real.

Roquedos paralelos al Manzanares hasta juntarse con el Jarama.

La vida acuática del parque.

   La extensión del parque recorre dos ríos, el Manzanares y el Jarama alternando pequeñas lagunas, de las cuales gran parte fueron antiguas graveras, hoy en día abandonadas. En los ríos y las láminas de agua una larga lista de aves salen a flote. Algunas más esperadas que otras, como puede ser el ánade azulón, muy extendido por este tipo de ecosistemas. Pero es agradable ver al ánade friso también por el río y las lagunas. Es mu sencillo diferenciarlos, solo hay que atender a una pequeña y llamativa mancha blanca en las alas de esta última anátida que cuando nada queda en uno de sus flancos, pero que se deja ver estupendamente en vuelo. Dicha característica es propia del ánade friso, un poco más pequeño que el azulón.

   Están muy extendidas estas dos anátidas, sin embargo hay que prestar atención a lo largo de nuestra visita, pues en las orillas del río o de las lagunas podemos ver algunos patos buceadores, como el porrón europeo o los llamativos machos de la cerceta común y de la cuchara común.

Macho (arriba) y hembra (abajo) de porrón europeo (Aythya ferina).
Hay que fijarse en la popa, la cual está hundida, a diferencia de otras anátidas.
Dos llamativos machos de cerceta común (Anas crecca).
Sus características cabezas son únicas, sin embargo la hebra puede confundirse.
Para evitar esto hay que fijarse en la mancha amarilla de la popa y la verde esmeralda de los flancos (espejuelo).
Macho de cuchara (Anas clypeata) descansando en una de las lagunas.
Una clara pechera blanca permite su identificación cuando su extravagante pico no se deja ver.

   Tenemos que dejar claro que estas son anátidas (o patos) pero que el siguiente grupo de aves acuáticas no lo son, por mucho que se lo parezcan sus hábitos. Hablamos de somormujos y zampullines, que realmente son un grupo muy especial con un nombre ante todo difícil de recordar: podicipediformes. Durante una salida al parque y sus sistemas acuáticos podemos observar al menos tres especies. La más grande es el somormujo lavanco, que durante el invierno pierde sus características "orejas" nupciales. Otros dos grandes buceadores son el zampullín común, abundante en casi todas las láminas de agua del parque, y el zampullín cuellinegro, algo más escaso pero también común.

Individuo adulto de somormujo lavanco (Podiceps cristatus).
Por octubre es fácil encontrarnos con individuos juveniles que presentan un plumaje algo diferente.
Su cara y su cuello están marcados con rallas negras que recuerdan a las de un pijama.
Ejemplar adulto de zampullín común (Tachybaptus ruficollis) con plumaje invernal.
En primavera y verano presenta colores más rojizos con una llamativa mancha amarilla en la base del pico. 
Individuo solitario de zampullín cuellinegro (Podiceps nigricollis) con plumaje invernal.
Mucho más blanco, contrastado con el negro. Pupila roja.
En primavera y verano este ojo rojo contrasta con un antifaz amarillo y colores granates.

   Otra especie acuática que puede observarse nadando al estilo "pato" pero que para nada es una anátida ni un pariente cercano a los somormujos, es el cormorán grande. Una especie marina, pero que puede ser observada también en ecosistemas continentales como este, ya que se alimenta de veces y otras presas que captura buceando. Algo similar le ocurre a la gaviota reidora, principalmente marina pero con una gran distribución continental en hábitats acuáticos como lagunas o embalses. ambos tienden a juntarse en invierno para sacar un claro beneficio que ya hemos visto con anterioridad en la entrada "Adaptarse al invierno".

Agrupación invernal (17 indv.) de comoranes grandes (Phalacrocorax carbo) en los árboles de la orilla.
Aunque tengan hábitos similares a las anátidas, es fácil ver lo hundido que nada esta especie.

   Por último, no hay que olvidar a las habituales gallineta común y focha común que habitan también estos ecosistemas únicos y que se esconden bien entre la vegetación palustre cuando se sienten amenazadas. De vez en cuando se oye a alguna gallineta gritar entre el carrizo y las espadañas, un sonido muy característico de los humedales de interior. La que si es característica del interior es esta limícola en vuelo, ¿la reconocéis?

Es una de las aves limícolas con un vuelo tan característico, a causa e la forma de sus alas.
¿Lo tenéis? Correcto, es un grupo de 4 avefrías europeas (Vanellus vanellus)

Carrizos y otra vegetación palustre.

   En las orillas de estos sistemas acuáticos suele crecer una línea densa y paralela de diferentes especies vegetales. Carrizo, espadaña, eneas, etc. En definitiva una densa vegetación que esconde aves también muy asociadas a estos hábitats tan especiales. Algunas son habituales de nuestra fauna, como el cistícola buitrón, que en invierno forma bandos de diminutos pajarillos de cola redonda, el martín pescador posicionado en su habitual percha, esperando pacientemente el paso de algún pececillo mientras nosotros lo observamos expectantes o el cetia ruiseñor, que adorna siempre nuestros paseos con su reconocible y melódico reclamo.

Cistícola buitrón (Cistícola juncidis) entre la vegetación palustre del Parque Regional del Sureste.

   Otros no lo son tanto, son el resultado de la suelta y escape de animales de compañía, os hablo del llamativo bengalí rojo, una especie asiática introducida en la Península Ibérica mucho antes de los 70, cuando comenzó a reproducirse. El llamativo macho es fácilmente identificable gracias a sus llamativos tonos rojos y sus manchas blancas en contraste.

Macho de bengalí rojo (Amandava amandava) especie introducida en España.
No sueltes NUNCA especies exóticas en el medio natural, los efectos negativos pueden ser muy perjudicial.

El bosque que acompañaba al río.

   La línea de árboles que ocupan uno o dos metros desde la orilla del río, se denomina bosque de ribera y es de vital importancia para el funcionamiento del ecosistema ribereño. En este caso está formado por diversas especies: majuelos, fresnos, tarayares, olmos, chopos y sauces. En toda esta diversidad se mueve una fauna que le da música al río y le confiere, en algunos casos, unos colores hermosos. Es el caso del abundante carbonero común que son sus amarillos y sus "chi-chi-pan" le aportan personalidad al bosque de galería.

   Estorninos negros, herrerillos comunes, mirlos comunes, mitos y pinzones vulgares, completan una orquesta que a menudo va acompañada de una percusión peculiar, la de los pájaros carpinteros. Tanto el pito real, con sus colores y su obispillo verde lima, como el pico picapinos. Ambos se pueden escuchar golpeando los troncos y ramas de los árboles en busca de las larvas de los xilófagos (escarabajos comedores de madera).

Pito real (Picus viridis) en la zona seca de un árbol al amanecer.
Es más probable que en las ramas secas de los árboles esté su comida favorita.
Pico picapinos (Dendrocopos major) en un árbol sin hojas.

   Es sorprendente ver la cantidad de palomas torcaces que se reúnen en las copas de los árboles de todo el recorrido del río. Se ven estupendas descansando y tomando el sol las frías mañanas de otoño e invierno. De vez en cuando te puedes llevar un buen susto, pues son muy asustadizas y ruidosas, y si pasas cerca de un bando y no te lo esperas, pueden salir volando espontáneamente.

Bando (aprox 116 indv.) de palomas torcaces (Columba palumbus)

   Entre otras aves a las que prestar atención a lo largo del bosque de ribera son los pequeños e inquietos mosquiteros comunes. Su ceja amarilla es plenamente visible y su comportamiento inconfundible. Algún petirrojo europeo se cuela entre medias y con él si que no nos podemos equivocar, esa pechera anaranjada es casi única, lo complicado es cuando se pone a cantar, eso si preciosa su melodía.

Mosquitero común (Phyloscopus collybita)
Inquieto de rama en rama, hace las veces de insecticida natural.
Petirrojo europeo (Erithacus rubecula) en plena faena musical.

El sureste cultivado.

   La zona sureste de la Comunidad de Madrid es característica por sus extensiones de olivar, sus cultivos de secano y sus barbechos. Los trabajos del campo, atraen a muchas aves, sobre todo a ardeidas, pero también a otras muchas. Todas ellas saben aprovechar los movimientos de tierra, el aireado del cultivo o la siega para hacerse con las presas de vida subterránea e invertebrados que quedan expuestas tras el paso de la maquinaria. Los dos ejemplos más claros que puedes ver en tus visitas al Parque del Sureste son el de la garcilla bueyera, que van en grupo persiguiendo a los tractores mientras trabajan y el de la lavandera blanca, que se aprovecha de la misma manera.

Varias garcillas bueyeras (Bubulcus ibis) tras un tractor que va levantando la tierra.
Varias lavanderas blancas (Motacilla alba) tras las anteriores garcillas bueyeras.
En este caso aprovechan los pequeños invertebrados, que pasan desapercibidos para las ardeidas.

   También está atento desde un poste eléctrico, a modo de atalaya, una hembra de cernícalo vulgar, una especie muy asociada a estos lugares cultivados. Es sencillo verlo posado en estas estructuras metálicas distribuidas a lo largo del parque y que en ocasiones son un peligro real, sobre todo para las grandes rapaces. Si no está quieto en su posadero, lo estará en el cielo, aleteando, pero quieto en el mismo sitio, cerniéndose y aguantando la vista hacia abajo, esperando que el tractor le haya levantado alguna presa despistada. Otra rapaz que sobrevuela estos terrenos abiertos es el milano real. Su objetivo es distinto que el de la anterior hembra de cernícalo vulgar, pues la dieta del milano está basada, en parte, en carroña. Su cola ligeramente ahorquillada y sus marcas alares de color claro permiten diferenciarlo a gran altura casi sin prismáticos.

Secuenciación del aleteo estático de una hembra de cernícalo vulgar (Falco tinnunculus).
A pesar de mover con rapidez las alas, se mantiene quieto en el aire.
Milano real (Milvus milvus), su silueta no deja lugar a dudas.

   No es complicado ver a otras aves en los campos de cultivo, algunas como la garza real descansando por la mañana, otras como la grajilla occidental volando de un lado a otro a ver si encuentran algo de lo que alimentarse. Es curioso que este lugar es tan importante que en una de mis visitas pude disfrutas de una pareja de garceta grande, lo cual es poco frecuente, aunque hay varias citas en los embalses de la sierra y los humedales de Aranjuez entre otras.

Individuo adulto (izquierda) y juvenil (derecha) de garza real (Ardea cinerea).
Un par de grajillas occidentales (Corvus monedula) se llevan alimento encontrado.
Pareja de garceta grande (Egretta alba).
La observación fue en un barbecho del sureste, junto a garzas reales y garcillas bueyeras.

Las compañeras del viaje.  

   A lo largo de nuestros recorridos por el Parque Regional del Sureste, pasamos por multitud de hábitats y ecosistemas diferentes. Sin embargo, existe un pequeño y reducido grupo de aves que salen a nuestro encuentro en el camino, en varios lugares y en las veredas de los caminos, así como alambradas, muros y cercanías a poblaciones.

   Alguna extraña, pero en la mayoría conocidas. Conocemos muy bien al colirrojo tizón y su graciosa cola, con ese pequeño rebote característico, a la cada vez más escasa ave del año 2016, el gorrión común, la abundante e inteligente urraca común y estamos familiarizados con el canto de los jilgueros europeos que de cardo en cardo van en pequeños grupos aprovechándose de las semillas.

Hembra de colirrojo tizón (Phoenicurus ochruros) cazando los insectos que se cruzan en el camino.
Colonia de gorriones comunes (Passer domesticus) bajo el nido abandonado de una cigüeña blanca.
Estos nidos no se deben retirar, porque aunque los abandonen son recurso para otras especies

   Otras especies son un poco menos comunes, a pesar de su densidad, son esquivas o evitan el contacto con los humanos. A pesar de ello, pardillos comunes, acentores comunes y gorriones molineros se pueden ver a lo largo de la rutas que recorren el Parque Regional del Sureste.

Macho (arriba) y hembra (abajo) de pardillo común (Carduelis cannabina) en una valla del camino.
Acentor común (Prunella modularis) entre el la vegetación de la vereda del camino.
Gorrión molinero (Passer montanus) en un arbusto seco cercano a la ruta.
Sus características mejillas negras lo diferencian del común, que carece de ellas.

El paso migratorio por el Sureste.

   Durante el mes de octubre, momento bastante ajetreado en lo que a migración se refiere, las aves recorren grandes distancias desde Europa hacia el sur o desde todas las regiones de España hacia regiones más calurosas del sur de la Península o incluso hasta África.

   A lo largo de este paso continuo de aves, deben hacer descansos para recuperar fuerzas y así lograr alcanzar su destino. El Parque Regional del Sureste supone durante esta época un importante "alto en el camino" para estas especies tan atrevidas. Los aviones comunes abandonan España para dirigirse a África, sin embargo algunos se retrasan un poco y en octubre se pueden observar los últimos ejemplares en la zona de los roquedos del parque.

Uno de los últimos aviones comunes (Delichon urbicum) que vuelan antes de su viaje migratorio.

   Las cigüeñas blancas son la estrella de este espacio protegido, existe una buena población en toda su extensión. Ellas han cambiado sus hábitos migratorios, se trata de una especie migratoria que tiene sus cuarteles de invernada en el sur del desierto del Sahara, pero que actualmente es capaz de invernar en España.

Bando (43 indv.) de cigüeña blanca (Ciconia ciconia) cicleando sobre el Parque.
Esta especie es migradora, pero hay algunos ejemplares que encuentran suficientes recursos en los vertederos como para evitar un viaje migratorio que, al fin y al cabo, es peligroso. 

   Sobre todo en este paso otoñal o postnupcial, es común que mientras caminamos entretenidos en las lagunas del parque, nos parezca escuchar un "gruuu-gruuu". Efectivamente, por septiembre y octubre es posible que bandos de grullas comunes en dirección sur sobrevuelen, sin detenerse, esta área protegida. Los que sí se detienen son los papamoscas cerrojillos, en su migración. Esta especie de hábitos estivales abandona nuestro territorio acabado el verano.

Bando migratorio (12 indiv.) de grullas comunes (Grus grus) sobrevolando el P.R.S.
Papamoscas cerrojillo (Ficedula hypoleuca) durante su paso otoñal de agosto a octubre.

Después de este repaso del sureste madrileño, sabemos que nos queda mucho por conocer, pues esto solo han sido unas pinceladas durante la época otoñal. Seguramente la belleza del lugar mejore con la llegada de la primavera y de las aves estivales.